¿Cómo aplicar la biomecánica al ciclismo?
Si eres un aficionado de este deporte, seguro que ya has empezado a oír hablar de la biomecánica aplicada al ciclismo. Pero, ¿sabes de qué trata, qué beneficios puede tener o para qué sirve? Si la respuesta es “no”, te lo contamos todo en este post, ¡no te lo pierdas!
¿Qué es la biomecánica? ¿Cómo se aplica al ciclismo?
La biomecánica no se encarga sino de estudiar los efectos que los movimientos tienen sobre nuestro cuerpo. Cuando se aplica al ciclismo, la biomecánica trata de encontrar la mejor postura para cada tipo de ciclista, ajustando también la bicicleta a sus características técnicas y corporales. Por supuesto, también nos indica que tipo de equipación de ciclismo es más adecuada para cada quien. Así conseguimos sacarle el máximo beneficio a nuestro entrenamiento, y, también, evitar todas las molestias que puedan surgir con la práctica de este deporte.
En resumidas cuentas, la biomecánica aplicada a la bicicleta puede resumirse en que no es nuestro cuerpo el que debe adaptarse a la bicicleta, sino esta la que debe adaptarse al ciclista. Por ello, en una segunda parte, la biomecánica adapta y hace los cambios necesarios en la bicicleta para que sea justo como el ciclista necesita evitando todas las posibles molestias que puedan surgir al estar sobre ella.
¿Cómo funciona?
Aunque la parte más visible de la biomecánica sea la de las modificaciones, antes de lanzarnos a ajustar la bicicleta es recomendable que nos dejemos guiar por un experto y nos realicemos un estudio biomecánico. En él, se efectúa una valoración del deportista que será clave de cara a cualquier ajuste.
Así, por ejemplo, en los estudios biomecánicos se analizan aspectos como la flexibilidad, el equilibrio, la postura sobre la bicicleta, la alineación de las caderas, la forma de los codos sobre el manillar, la rotación de las articulaciones…
Durante el estudio tenemos que dejar claro el tipo de ciclismo que practicamos. La razón es que la postura sobre una bicicleta de montaña es distinta a la que se adopta sobre una bicicleta de carretera o de triatlón. También la frecuencia de las salidas y si se trabaja o no con un plan de entrenamiento. Este estudio suele constar de diversas partes, como por ejemplo, de una valoración médica, una exploración en camilla, una prueba de resistencia y también observaciones en movimiento. Para estas últimas se recomienda que el ciclista use su bicicleta habitual.
Cuando el experto biomecánico cuente con toda la información, analizada y contrastada, llegará el momento de empezar con las recomendaciones de cara a los entrenamientos y también con las modificaciones. Estas últimas suelen empezar por los pedales y las calas y, desde ahí, ir ascendiendo hacia las que afectan al tronco superior.
Algunas modificaciones caseras
Si quieres que tus entrenamientos de ciclismo funcionen y, al mismo tiempo, sacarle todo el partido a la biomecánica, lo mejor es que a la hora de modificar tu bicicleta te dejes aconsejar por un profesional. Si bien, siempre hay algunas pequeñas modificaciones con las que podemos empezar, aunque sea de forma casera. ¡Te las contamos!
Los pedales
En las bicicletas más antiguas, toda la fuerza se sitúa, en el momento de la pedalada en el primer metatarsiano, es decir, en el conocido como juanete. Sin embargo, el pedaleo es más natural cuando simula el movimiento del pie al andar para lo que el apoyo debería ir más atrás. Para conseguirlo, deberás apoyar en la bicicleta la cala más atrasada, ¡ajústalas y gíralas si lo necesitas!
El sillín
El ajuste del sillín es fundamental para que los entrenamientos sean cómodos. La altura a la que ajustemos el sillín debe ser tal que imite el movimiento de la marcha sobre nuestras articulaciones de la forma más real posible. Así, un sillín muy alto recreará las mismas molestias que si caminamos de puntillas o, de cuclillas si el sillín está muy bajo.
La posición sobre el sillín debe ser tal que la cadera no oscile y las rodillas se estiren y flexionen correctamente. El método tradicional para ajustar el sillín, con algún que otro margen de error, es colocar el pedal recto, en línea con el suelo. Cuando lo toques con el talón, sin flexionar la pierna, habrás encontrado tu altura ideal.
Por lo que respecta a la colocación horizontal del sillín, debes tratar de que la rodilla quede sobre el pedal cuando ambos pedales están paralelos, con los pies sujetados. Tradicionalmente para ajustarlo se usa una plomada para marcar esta línea vertical y, en base a ella, ajustar el sillín.
Por último ten en cuenta que, tal y como sitúes tu sillín estarás distribuyendo el peso y el equilibrio. Un sillín muy adelantado repartirá más peso a los brazos, manos y cuello. Al contrario si el sillín está atrasado. ¡En el punto medio está la virtud!
El manillar
El manillar es el último de los puntos de contacto entre el ciclista y la bicicleta. Es importante recordar que el manillar solo es un punto de apoyo. Al igual que el sillín, se ajusta tanto en altura como en distancia.
En esta parte, la biomecánica aplicada al ciclismo opta por buscar el equilibrio entre la comodidad y la aerodinámica. En otras palabras, la posición debe ser cómoda, pero debe posibilitarnos inclinarnos para aprovechar por ejemplo, los descensos. Al ajustar el manillar, los codos y los hombros deben estar relajados y ligeramente flexionados. Las manos y los dedos nos tienen que permitir frenar, cambiar de marcha y sujetarnos de forma cómoda y rápida.
¿Cuándo hacer un estudio biomecánico?
Siempre es un buen momento para hacer uno de estos estudios. Sobre todo, si sales de forma habitual y la bicicleta es tu hobby.
En general, hay dos motivos por los que se recomiendan los estudios biomecánicos. La primera, cuando vamos a comprar una bicicleta nueva. Así, tendremos todos los datos necesarios para no equivocarnos con la talla de la bici. Tampoco con el modelo. En el segundo caso, se recomiendan estos estudios cuando tenemos alguna lesión que nos impide llevar a cabo nuestros entrenamientos de ciclismo con normalidad.
Por otro lado, también puede ser interesante someternos a un estudio biomecánico cuando notamos molestias al acabar de entrenar. Por ejemplo, si notamos asimetrías en el pedaleo, como que un pie hace más fuerza que el otro o que el recorrido de la rodilla es molesto en cierto punto. El dolor continúo y persistente de cervicales, tobillos, talones o codos también pueden ser pistas de que necesitamos ajustar nuestra bicicleta.
Ahora que conoces más de cerca en que consiste la biomecánica aplicada al ciclismo, esperamos que estos consejos te animen a utilizarla. Sin duda, ¡sus beneficios te van a sorprender!